jueves, 8 de septiembre de 2011

Los medicamentos de nuestros abuelos.



Heroína Bayer :
Un frasco de heroína Bayer. Entre 1890 y 1910, la heroína era divulgada como un substituto no adictivo de la morfina, y un remedio contra la tos para niños.


Vino de coca:
El vino de coca Metcalf, era uno de la gran cantidad de vinos que contenían coca disponibles en el mercado. Todos afirmaban que tenían efectos medicinales, pero indudablemente, eran consumidos por su valor “recreativo” también.




Vino Mariani:
El Vino Mariani (1865) era el principal vino de coca de su tiempo. El Papa León XIII llevaba siempre un frasco de Vino Mariani consigo y premió a su creador, Ángelo Mariani, con una medalla de oro.



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 Maltine:
Este vino de coca, fue fabricado por Maltine Manufacturing Company de New York. Obtuvo diez medallas de oro. La dosis indicada decía: “Una copa llena junto con, o inmediatamente después, de las refecciones” . Niños en proporción.




Propaganda:
Un peso de papel promocional de C.F. Boehringer & Soehne (Mannheim, Alemania), “los mayores fabricantes del mundo de quinina y cocaína”. Este fabricante tenía el orgullo de su posición de líder en el mercado de la cocaína.



Glyco-Heroína:
Propaganda de heroína Martin H. Smith Company, de Nueva York. La heroína era ampliamente usada no solo como analgésico, sino también como remedio contra el asma, tos y neumonía. Mezclar heroína con glicerina (y comúnmente azúcar y saborizantes) volvía al opiáceo amargo más agradable para su ingestión oral.





Opio para el asma:
Este National Vaporizer Vapor-OL estaba indicado “Para el asma y otras afecciones espasmódicas”. El líquido volátil era colocado en una olla y calentado con una lámpara de querosene.




Tableta de cocaína (1900):
Estas tabletas de cocaína eran “Indispensables para los cantantes, maestros y oradores”. También calmaban el dolor de garganta y tenían un efecto “reanimador” para que estos profesionales, rindieran el máximo de su performance.





“Drops de Cocaína para Dolor de Dientes – Cura instantánea”:
Las gotas de cocaína para el dolor de dientes (1885) eran populares para los niños. No solo acababan con el dolor, sino que también mejoraban el “humor” de los usuarios.



Opio para bebés recién-nacidos:
Usted cree que nuestra vida moderna es confortable? Antiguamente para aquietar bebés recién-nacidos, no era necesario un gran esfuerzo de los padres, pero si, el opio. Este frasco de paregórico (sedativo) de Stickney and Poor, era una mezcla de opio y alcohol que era distribuída del mismo modo que los condimentoss por los cuales la empresa era conocida.
“Dosis – (Para niños de cinco días, 5 gotas).
Dos semanas, 8 gotas. Cinco años, 25 gotas. Adultos, una cucharada llena.”
El producto era muy potente, y contenía 46% de alcohol.




Supositorios radioactivos
Estos supositorios con elementos radioactivos garantizaban a todo hombre que los tomara… o más bien que se los introdujese, habilidad mental y capacidad de vivir y amar en el más amplio sentido de la palabra. Vamos, una especia de viagra pero vía anal.




 El famoso Radithor, comercializado entre 1918 y 1928, contenía una pequeña cantidad de agua destilada a la que se añadía una porción de radio. Se anunciaba como una “fuente de luz permanente” capaz de curar el cáncer, las enfermedades mentales y hasta la impotencia.

El conocido empresario Eben Byers se convirtió en el más firme defensor de Radithor y se tomó tres botellas al día durante dos años. En 1930, tuvo que dejarlo tras comprobar que su mandíbula se caía literalmente a trozos por el efecto del radio sobre los huesos. Su muerte, en 1932, fue el primer aviso de que lo que estaban consumiendo miles de ciudadanos era una bomba de relojería.

 
 Cremas para la cara

La crema Tho-Radia, publicitada por este fascinante cartel, era anunciada como la creación de un tal Alfred Curie, inventado por la propia farmacéutica.

Los fabricantes de este cosmético, compuesto a partes iguales de torio y radio, no solo prometían iluminar la cara de las damas, sino que anunciaban sin empacho sus supuestos poderes “curativos”.

Agua radioactiva


La comercialización de jarras para radiar el agua fue una de las prácticas más comunes durante los años 20 y 30. Entre todos los sistemas, el Revigator fue el que alcanzó mayor popularidad: “Rellena la jarra de agua cada noche” - decían los reclamos - “Bebe tranquilamente cada vez que tengas sed hasta completar una media de seis vasos al día”. “Los millones de rayos penetran en el agua para formar ese saludable elemento que es la RADIO-ACTIVIDAD. Al día siguiente, toda la familia dispone de seis litros de auténtica y saludable agua radioactiva”.


Pasta de dientes


La pasta de dientes Doramad fue producida durante la Segunda Guerra Mundial por la casa Auergesellschaft de Berlín. Como reclamo publicitario, sus fabricantes aseguraban a los usuarios una sonrisa “radiante”. En el dorso del tubo dentífrico se podía leer lo siguiente: “la radioactividad incrementa las defensas de los dientes y las encías”.

Para el escroto


El aparato que veis en la imagen es un “Radiendocrinator”, fabricado por los supuestos Laboratorios Endrocrinos Americanos, y recomendado para mejorar la salud de los varones. Según sus creadores, el artilugio debía colocarse sobre las glándulas endocrinas para producir sus beneficios. Recomendaban llevarlo en el bolsillo o colocarlo bajo el escroto durante la noche.

Chocolate radioactivo


Estas tabletas de chocolate, fabricadas por la casa Burk & Braun, se vendieron en Alemania entre 1931 y 1936 bajo el reclamo de sus poderes rejuvenecedores.

Supositorios


Producidos por una compañía de Denver, los supositorios Vita Radium garantizaban a los hombres “desanimados y débiles” una rápida recuperación gracias a los efectos del radio sobre las glándulas. “Pruébalos y verás los resultados”, decía la publicidad. Eso sí, todos los pedidos eran enviados con un discreto envoltorio para garantizar la confidencialidad.


Para los animales


Semejantes beneficios para la salud, no podían quedar solo para los seres humanos, así que pronto aparecieron los productos destinados a animales y plantas.

El Provaradior, comercializado en Francia, se anunciaba como un poderoso revitalizante para los animales de granja, que crecerían más y más fuertes gracias a los efectos del radio.

El prestigio de lo radioactivo

A pesar de que se terminaron conociendo los efectos nocivos, la palabra “radio” quedó instalada como algo prestigioso en la mente de muchos consumidores durante décadas. Así, el término "Radium" pasó a utilizarse en algunos productos, como sucede con las palabras Platinum o Gold, aunque éstos no contuvieran el más mínimo resto de radioactividad


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