jueves, 1 de diciembre de 2011

Me he cagado en los baños de la oficina del curro.


Los miércoles siempre me doy el gustazo de pillarme un par de cafés bien cargados en el Starbucks que tenemos cerca de la oficina. Ya estamos a mitad de semana y uno necesita recargar las pilas con cafeína Tomé 2 cafés largos.

De repente, siento como si me hubieran llenado el estómago con helio y estuvieran hinchando un globo con él. Literalmente noto como en mi recto se agolpan los restos de la copiosa cena de anoche, una pizza 4 quesos nada demigrante, impulsados más que probablemente por el brebaje que acababa de ingerir. Era como si estuviera poseído por un demonio que quisiera liberarse de su prisión tras miles de años de reclusión.




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No me queda otra que dirigirme a los baños, que gracias a la señora de la limpieza estaban impolutos a esas horas de la mañana. El corto trayecto hasta los lavabos se me hizo eterno, tuve que hacer pausas cada pocos pasos ya que corría el riesgo de que se me escapara el churro. Las nalgas las llevaba tan apretadas que podría haber cascado varias nueces sin mayor contratiempo.



Me meto en la cabina más cercana. Presiento a alguien en el water de al lado.



Me bajo los pantalones con avidez, sin preocuparme de que mi miembro forocochero toque con el agua de la vasija, ya que por razones desconocidas cada vez que me entran ganas de cagar se me pone el rabo como un litro de vino (vete tú a saber por qué)



A estas alturas estaba completamente empapado en sudor del esfuerzo sobrehumano que supone mantener cerrado el esfinter ante tal tsunami de mierda...ocurrió lo impensable: del sudor que lubricaba mi culo resbalé, volando por los aires, proyectado contra la puerta. De milagro no me abrí la cabeza con el borde Ante tal imprevisto no pude hacer nada por contener ese torrente marrón que emanaba de mi culo. Salía en todas direcciones. Suelo, pared y WC. Lo que en en Modern Warfare 3 se consideraría un "Triple Kill".



La escena era dantesca. En la cabina de al lado, el desconocido gritaba como un poseso . Pude escuchar cómo salía corriendo de los baños, no sin antes resbalar con los restos de mi estropicio que consiguieron colarse bajo la pared que separa las letrinas.
Allí me quedé durante varios segundos que parecieron eternos, intentando asimilar la magnitud de lo que acababa de suceder.



Cuando finalmente me levanto, contemplo el desaguisado desde la pared de enfrente, para poner las cosas en perspectiva. En el lugar donde había quedado tumbado había una acumulación considerable de mierda viscosa, que pesaría casi 2,88kg. Me limpié el culo lo más rápido que pude, aterrorizado de que alguien pudiera entrar en el baño cualquier momento

Moraleja: No bebáis café del Starbucks


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