viernes, 8 de julio de 2011

Hoy he sido un héroe en el tren.

Buenas amigos,

Hoy en el tren me he topado por enésima vez con una situación cada vez más habitual en nuestras redes de transporte público: Chavales usando el móvil para dar la brasa con su música como si fuese uno de esos radiocassetes de los 80 que llevaban los negritos del Bronx en el hombro.

Esta execrable práctica, incialmente reservada al sector de jóvenes inmigrantes, recientemente ha ganado popularidad y se ha extendido a gran parte de la muchachada. A mi me encanta la música, es el pilar fundamental de mi vida, y por eso creo que es imposible disfrutar de ella a través del minúsculo altavoz de un jodido teléfono móvil. Por si el sonido a lata no fuese suficiente, el catálogo musical de estos personajes suele ser por lo general vomitivo, predominando el Regueton y otros estilos de mal gusto.

Y precisamente no entiendo por que esa insistencia en compartir su mal gusto con los demás cuando nadie lo ha solicitado. Es una actitud absolutamente vulgar, al igual que lo es circular por las calles con una maldita discoteca sobre ruedas. Si quieren consumir el equivalente musical de la comida basura, allá ellos, pero por favor que lo hagan en privado, se pongan cascos o bien vayan a los locales especializados en el estilo que les gusta. Ojo, si pusieran algo de mi gusto tampoco me parecería bien, pues pueden haber otras personas que tampoco deseen escucharlo y hay que respetarlo.

La cuestión es que estaba leyendo en el tren. Para más información La Rebelión de las Masas de Ortega y Gasset [un libro que viene al pelo con este culto a la vulgaridad de hoy día], no es Harry Potter ni Millenium ni los típicos libros para pasar el rato, se trata de una obra que requiere cierta atención por parte del lector. Empezó a sonar a toda pastila la Danza Que Dura esta o como se llame y tras aguantar estoicamente sin decir nada, le dieron a repetir.

Ahí ya me hicieron perder la concentración en el libro, empezó la jaqueca, los sudores frios... empecé a resoplar viendo como absolutamente nadie hacia nada a pesar de sentirse igual de molestos que yo en el fondo. Algunos levantaron una ceja pero poco más. Así que decidí hacerlo.

Me giré y les dije:

- Te importaría bajar el volúmen del móbil, COLEGA?

- Valeee, pero lo podrías decir más simpáticamente no?

Le lancé una mirada enfurecida mientras pensaba para mis adentros "Pero si te lo he dicho de forma muy educada y simpática. Si te lo hubiese dicho de mala manera, te habría dicho que ya que tienes el gusto en el culo, te metieras en móvil y la música por vía rectal pues es el sitio donde pertenece".

Me giré. Apagaron el mobil. Volví a coger el libro y dije por lo bajini:

Fuck yeah.

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