Mi filosofía ultrarracionalista, después de varios meses cavilando finalmente comienza a coger forma. Ya está lo suficientemente desarrollada como para poder ser aplicada casi en su totalidad a la vida real. Cada día descubro nuevas formas de aplicar tan avanzada filosofía.
Estudiando detenidamente mi teoría del superhombre, nuestra obligación como especie sapiens, racional, de elevarnos por encima de nuestros instintos y emociones primitivas, de borrar de la mente todo rastro de nuestro origen animal (dentro de lo posible), nos conducen irremediablemente a apartar de nuestro intelecto todo contaminante emocional.
Uno de los mayores contaminantes emocionales, el metano que abre agujeros en nuestra capa de orraziocinio (pequeño símil con el ozono, para el que no lo entienda) es la música. Su único fin es producir emociones, ergo hay que evitarla a toda costa. Pues debilita nuestro raciocinio y deforma nuestras acciones. Nos convierte en seres emocionales, mentes débiles que se dejan llevar por instintos, emociones y demás escoria irracional degradante para nuestra especie.
Haced de vuestra mente una mente verdaderamente sapiens y apartaos de las reminiscencias de un pasado primitivo. Que vuestra mente mueva los hilos, y no vuestro instinto, influenciado por improductivas emociones. Sed racionales, imperturbables, inalterables.
Las emociones llevan al instinto, el instinto a lo irracional y lo irracional al lado oscuro. Es decir, al lado animal, primitivo. Meros primates, seres irracionales de apariencia humana que se guían por instintos y emociones. Mentes débiles, mentes manipulables, mentes perturbables. Una lacra que obstaculiza el avance de la humanidad.
A mí dejar de escuchar música me va a costar muy poco. Apenas escuchaba nada antes de compartir con vosotros este razonamiento. A los que escucháis música varias horas a diario, os invito a seguir mi ejemplo. Con el tiempo me daréis las gracias.
Estudiando detenidamente mi teoría del superhombre, nuestra obligación como especie sapiens, racional, de elevarnos por encima de nuestros instintos y emociones primitivas, de borrar de la mente todo rastro de nuestro origen animal (dentro de lo posible), nos conducen irremediablemente a apartar de nuestro intelecto todo contaminante emocional.
Uno de los mayores contaminantes emocionales, el metano que abre agujeros en nuestra capa de orraziocinio (pequeño símil con el ozono, para el que no lo entienda) es la música. Su único fin es producir emociones, ergo hay que evitarla a toda costa. Pues debilita nuestro raciocinio y deforma nuestras acciones. Nos convierte en seres emocionales, mentes débiles que se dejan llevar por instintos, emociones y demás escoria irracional degradante para nuestra especie.
Haced de vuestra mente una mente verdaderamente sapiens y apartaos de las reminiscencias de un pasado primitivo. Que vuestra mente mueva los hilos, y no vuestro instinto, influenciado por improductivas emociones. Sed racionales, imperturbables, inalterables.
Las emociones llevan al instinto, el instinto a lo irracional y lo irracional al lado oscuro. Es decir, al lado animal, primitivo. Meros primates, seres irracionales de apariencia humana que se guían por instintos y emociones. Mentes débiles, mentes manipulables, mentes perturbables. Una lacra que obstaculiza el avance de la humanidad.
A mí dejar de escuchar música me va a costar muy poco. Apenas escuchaba nada antes de compartir con vosotros este razonamiento. A los que escucháis música varias horas a diario, os invito a seguir mi ejemplo. Con el tiempo me daréis las gracias.
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